La trabajadora, de 47 años, ha reconocido que robaba por problemas de dinero, y por llevar un nivel de vida superior al de sus ingresos.
Sin el menor pudor, aprovechaba cuando los pasajeros se dormían en los largos vuelos hacia Asia para quitarles joyas, tarjetas de crédito, efectivo, cheques e incluso los relojes que portaban en las muñecas.
De no ser por la denuncia de 5 pasajeros del vuelo entre Tokyo y París del pasado 5 de enero (a los que les faltaban 4.000 euros en efectivo al acabar el trayecto), la ladrona de altos vuelos todavía seguiría haciendo de las suyas.
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